La
semana pasada estuve unos días en el Festival de Málaga, ese del que todos
rajamos pero al que acabamos acudiendo los del gremio. El viaje estuvo marcado por
dos proyecciones de amigos, Proyecto
Mágico de la conjunción malagueña-gaditana (o gaditana-malagueña, como
prefieran) el primer día de mi estancia y Una
mujer sin sombra, con fotografía y sonido de los amigos Pedro Sara y
Antonio Labajo el último. Entremedias, cortos por un tubo para la sección que
hacemos en Alcances en verano previo al festival, cine y amistad, que de eso
nunca se está ahíto. Este viaje al evento malagueño me inducen a una serie de
reflexiones sobre el estado de nuestro sector peliculero que quiero compartir
con ustedes.
EL FESTIVAL. En Realidad, Málaga son varios
festivales en uno. Está el del Teatro Cervantes, que agrupa a la Sección
Oficial a concurso, con toda su retahíla de famoseo, coches oficiales, posados
ante fotógrafos, seguratas –demasiados- y demás parafernalia de lo que mucha
gente entiende que debe ser un festival. El de la sección documental, más
relajado, y que este año resultó ser más divertido para el que suscribe, al
estar gente más en la línea de lo que hacemos en Alcances. El de los cortos, un
poco infame, ya que les han dejado un salón de actos dónde se enchufa un dvd
como sala de proyección. Y eso que no pisé otras secciones, como Territorio Latinoamericano
o Zonazine, que seguro tienen sus propias especificidades. Cada programador
parece ser un virrey en su terreno y tiene manga ancha. Los públicos y los
invitados no se mezclan, son como reinos de taifas. Esto impide que haya una
sensación de globalidad en el festival a la hora de afrontar la cuestión
siempre resbalosa del cine español. Pero se nota que están cayendo festivales y
eventos cinematográficos a tuti plen. El número de acreditados este año fue
espectacular, y de un perfil que no solía acudir a Málaga. Cada vez hay menos
sitio para reunirse y hacer contactos.
LA INDUSTRIA. Es la zona noble del Festival, pero
se da una paradoja. Para empezar, Málaga vive de la gran falacia de que nuestro
cine todos los años es capaz de dar unas diez películas para hacer una sección
competitiva de calidad. Entre las limitaciones propias y el hundimiento de los
rodajes por la crisis, hubo este año que cubrir el expediente con preestrenos.
Casi todas las que pasaron tienen ya fecha de estreno (dos, Combustión y Ayer no termina nunca ya están en salas). Los cinco filmes del
concurso que vi ya tenían su cortinilla de la distribuidora. La pregunta es si
merece la pena montar un festival para potenciar películas que no lo necesitan,
que ya están lanzadas comercialmente. Se supone que estos eventos deberían
tener un contenido más cultural, atender a ese cine interesante, arriesgado e
independiente que no encuentra salida y darle una oportunidad. Así, las
estrellas no se toman en serio mucho me temo Málaga, es una oportunidad de
promoción y si cae algún premio que pueda atraer público mejor que mejor. Pero
no es el objetivo. Además, en estos tiempos estos filmes viven según un modelo
comercial en fase de extinción. En Málaga se presentó el demoledor informe de
la Federación de Productores, que manifestaba el estado de la cuestión. Hasta
abril, la taquilla de películas españolas ha caído un 13’12% respecto al mismo
período del año anterior. Los rodajes han bajado un 48% respecto a 2011. En
2012 echaron el cierre unas 142 salas en España. En abril del presente año, las
cifras globales de taquilla cayeron un 45’2% respecto a los cuatro primeros
meses de 2012. Es decir, que apostar por la clásica explotación comercial de
arrasar en una salas cada vez más disminuidas con un público en franco
retroceso, luego pasar al mercado del DVD que también se ha hundido y terminar
en unas televisiones que cada vez invierten menos en el cine, es un
contrasentido. Pero daba la impresión de que los presentes en Málaga no se
daban cuenta y seguían anclados en el mundo feliz de hace diez años. Esto nos
lleva a otra cuestión.
DESCONCIERTO. No sólo industrial, sino temático.
El ejemplo señero de esta edición malagueña fue Combustión. Una descerebrada película llena de delincuentes de alto
standing, carreras ilegales con coches de lujo y chicas buenorras que te echan
un polvo en la primera esquina a mano. Además de que tiene un guión que provocó
risas en el pase para acreditados del Festival, hay que preguntarse para que
público está pensado este film. Como dijo el gran periodista malagueño Pablo
Bujalance, en una magnifica crónica sobre el tema que les enlazó aquí, pues
merece la pena leerla, ¿qué se piensa esta gente que es el público español?
Además, me parece un fallo estratégico terrible pues Combustión parece estar centrada en gente tipo Forocoches, pero
estos son los que desertaron hace tiempo de los cines y se lo gestionan todo
por internet. Es el caso de otro film que no estuvo en Málaga – se estrenó una
semana antes-, Alacrán enamorado,
otro guión de chichinabo con una gran técnica, como Combustión, pero vacío. Fallan completamente las estrategias de
público, pues se ve que nadie piensa en cómo atraer a los espectadores de forma
inteligente a las pocas salas que van quedando. Pero este desconcierto no atañe
sólo a la parte más comercial, sino que se extiende a lo ideológico. Se tiene
la idea de que el cine español es un nido de rojos, pero los filmes vistos en
Málaga mostraron un curioso reccionarismo que
se apoderó de las tramas. Combustión
es un alegato neocon que parece defender que si eres listo aunque seas un
chorizo y traiciones a tu novia tienes derecho a ganar y llevarte al huerto a
Adriana Ugarte. Somos gente honrada
es como un extraño regulador social que dice que por muy aperreado que estés no
te salgas del camino establecido, que igual luego acabas haciendo escraches a
los peperos. Hasta Gracia Querejeta, hija del zar Elías, presentó un confuso
film en el que hay que salvar a los blancos con talento aunque caigan
inmigrantes que son unos macarras. Empero, para desconcierto el del ministro
Wert, que tuvo la humorada de acudir a la inauguración del festival de un cine
español que está desmantelando paso a paso. Pero los presentes a su llegada al
Cervantes no se desconcertaron, brindándole una sonora pitada.
SOLUCIONES. De seguir la cosa así, el Festival
de Málaga, al menos en su parte noble, morirá de pura consunción. Tal vez sea
el momento de abandonar una industria decadente y centrarse en las nuevas vías de
distribución, en internet y las crecientes plataformas digitales, que permiten
ver cine por mucho menos dinero que una entrada a las salas convencionales. En
Málaga se vieron dos trabajos que demuestran que sus directores se están poniendo
las pilas y se dedican al Low Cost fílmico.
Isabel Coixet rueda en prácticamente una localización y dos actores Ayer no termina nunca –lástima que el
film resultante sea una exasperante pedantería- y Mariano Barroso vuelve con
una película con pocos actores, encabezados por un Eduard Fernández que se sale
del todo y un grupo de actrices que no se amilanan, y también pocos decorados
(se llama Todas las mujeres, y para
no ser tan negativo es muy divertida, pasarán un buen rato con ella). Hay que
pensar que fenómenos como Lo imposible
sólo hay uno cada década y es más realista ir al pequeño formato.
ALTA FILMS Todo lo anterior se resume en el
caso de la posible desaparición –aún no se ha consumado y las quejas de su
jefe, Enrique González Macho, suenan más a maniobra para llamar la atención- de
Alta Films. Es un tema que hay que matizar mucho. Alta Films no distribuye
tanto cine de autor, pues cadenas como Golem se encargan de que lleguen Haneke
y compañía (y es estimulante que en estos tiempos difíciles haya gente que se
arriesgue creando nuevas distribuidoras para el cine independiente, como
Surtsey, Good u otras). González Macho es productor y más bien usaba su red de
cines para estrenar sus películas y otras españolas. De hecho, en los cines que
tenía fuera de Madrid, que han cerrado todos, nunca exhibía en VO, como muy
bien saben mis amigos de Zaragoza, con lo cual poca ayuda era para el cine de
autor. Es el actual presidente de la Academia española, y hace dos años largó
un decepcionante discurso en la gala de los Goya sobre que internet era el
futuro lejano, sin darse cuenta de que ya está aquí. Y fue el que se enfadó con
Paco León cuando le propuso lanzar a lo grande Carmina o revienta en salas y se encontró con la negativa del
sevillano, que prefirió los nuevos canales de distribución, con bastante
acierto. O sea, que el problema de Alta no es tanto de ivazo y demás sino de
que sigue –seguía- aferrada a un modelo de exhibición que ya no es viable dándole
la espalda a todo lo nuevo. A lo mejor, mientras esta generación que no quiere
o sabe dejar los viejos caminos periclitados siga al mando del cine español no
habrá salida. Tal vez cuando se quieran dar cuenta sea demasiado tarde.
Creo que lleva Usted razón. Me da pena que desaparezcan las pantallas enormes (hay cine que hay que verlo ahí), pero por mi mero bolsillo no se van a mantener. Y eso que Cádiz es una de las ciudades donde el cine es más barato. Entiendo que los madrileños hayan huído de las salas, si les clavan doce o trece euracos por entrada.
ResponderEliminarEn filmin y otras plataformas pagas dos o tres euros y puedes ver cine, mejor del que te ponen las salas. Ahora con los medios que hay de conectar los ordenadores a las pantallas de televisión nuevas se gana mucho en calidad de imagen, y ya hay televisores que incorporan la función de internet. Según los días, en Madrid puede estar más barato que en Cádiz. La última vez que estuve en la capital del reino los cines de VO de lunes a jueves no festivos costaba 6'50, mientras que aquí ya está en 7'50.
ResponderEliminarSin duda, el viejo modelo tiene los días contados. Supongo que vamos hacia el cine sin representantes y sin intermediarios, directamente al público.
ResponderEliminarLo de Alta Films no puede sorprender; la gente ha dejado de ir a las salas y los cines cierran, entre otras cosas, porque lo estaban haciendo mal: las películas se consumen en una semana, a la siguiente ya no está porque vienen otras cien detrás, sin importarles qué película es, si le está yendo bien, si funciona con ella el boca a boca, y aún así, la quitan sin darle la oportunidad de que el boca a boca vaya creciendo.
La gente se ha hartado de un sistema de distribución y exhibición que se ha instalado en la rutina y la pereza, sin ánimo alguno de arriesgar y confiar en nuevas apuestas y propuestas. Te das cuenta de que esto está en manos de gente que no ama el cine, que lo han dejado de querer.
Esperemos que se empiece a apostar por las nuevas fórmulas que Usted apunta, que los distribuidores y exhibidores se pongan las pilas, se recupere el cariño y que las películas se puedan ver con calma, de otra manera.
Hombre, el cine por internet debe ser de consumo más barato,no hay que hacer tropecientas copias, y los gastos de las salas se ahorran. Ahora con tener en un servidor la peli y poder la gente conectarse a mansalva con sus ordenadores problema resuelto. Es triste, pero si el dinero para el cine escasea, habrá que buscar esas fórmulas. Tiene razón, es la pereza de un sistema de distribución que ha durado décadas y del que sus responsables, muchas veces herederos, no saben desprenderse. Pero la historia va en su contra. Y acierta también en sacar a colación una de las grandes paradojas de la distribución actual. En plena crisis, siguen estrenándose todas las semanas no menos de diez películas, que no encuentran su sitio. Parte de la culpa la tiene el sistema de lotes,que sigue vigente. Es decir, si quieres un taquillazo como "Iron Man 3", te obligan a contratar también varias películas de segunda clase que luego tienes que colocar en salas. Todo esto empeora el panorama.
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