En diciembre de 1941, cuando las tropas alemanas
estaban atascadas ante Moscú, la cúpula nazi decretó la ordenanza Nacht und Nebel, que traducido resulta
“Noche y niebla”. El nombre del invento demuestra la conexión
romántico-wagneriana de Hitler y sus acólitos, pero su contenido era terrible.
Básicamente, autorizaba a las tropas nazis en territorios ocupados a practicar
la “desaparición” de resistentes, comunistas, saboteadores y todas aquellas
categorías que se les antojasen a los agentes de la raza superior. O sea, que
si cogían a alguien lo mandaban a un campo o lo ejecutaban en secreto, sin
comunicar nada a nadie y sin dejar rastro. Si a alguien se le ocurría preguntar
por aquellos a los que se les aplicaba el Nacht
und Nebel, se les daría largas. Como sabemos, los dictadores sudamericanos
de la década de los 70, algunos de ellos admiradores del espíritu marcial
germano, aplicaron con macabra perfección esta técnica de la desaparición. Te
esfumas, no dejas nada. Es como una compensación psicológica para los
ejecutores. No nos basta con matarte, queremos borrarte del todo, tú y lo que
representabas no ha existido, nunca fue. La aniquilación absoluta de la persona
y de lo que representa.
Esta crisis que se está llevando tantas cosas se está
cebando mucho con el gremio periodístico. En pocos años miles de profesionales
de la información se han quedado en el paro y medios enteros están cerrando o
llevando a cabo ERES salvajes para intentar salvarse. Bueno, no tanto al medio
en cuestión, sino a sus jefazos, que no van a buscarse otro trabajo a estas
alturas. Mejor que ajustemos nuestras cuentas ajustándole las cuentas a los
curritos. Todo esto redunda no solo en la calidad de la información, sino en la
filosofía misma del periodismo. Si es uno de los poderes de una democracia
saludable ¿cómo puede mantener su función con plantillas escasas y
sobrecargadas, con unos directivos que piensan más en mantener su puesto que en
hacer bien su trabajo? Además, la crisis hace que los medios dependan más de la
publicidad institucional, que es la poca que va quedando, con lo que se cuadra
el círculo ¿Van a atacar a los que les dan de comer? Cada vez me indigna más
ver como los tertulianos de las cadenas televisivas ultramontanas atacan a la
administración pública y a su plantel de altos cargos. No se dan cuenta – o sí,
pero no es el discurso que quieren oír sus jefes- de que a la empresa privada
le pasa lo mismo. Sobrecarga de ejecutivos que no piensan ceder en sus
privilegios por muy mal que lo hagan. Siempre les quedará Telefónica para
apalancarse. Y por supuesto, el despiste del comprador medio aumenta. Cuando el
usuario adquiere un periódico, ¿para qué gasta su dinero? ¿Para adquirir y
mantener un medio fiable de información o para que su consejero delegado se
embolse tres millones de euracos al año?
Lo curioso es que el conflicto periodístico es
invisible. La paradoja es que los informantes no se centran mucho en ellos
mismos. Debe ser el único poder que no es cainita. Los jueces de vez en cuando
crucifican a uno de los suyos (Garzón), la policía y la Guardia Civil andan a
la gresca (o el ya famoso “¡no me peguéis, que soy de los vuestros”!), el
ejército de vez en cuando se enfrenta a sí mismo (guerras civiles, golpes de
estado), los políticos, para que decir nada. Pero los medios mantienen un
curioso silencio sobre los problemas de su gremio. Están llenos de huelgas y
ERES, pero ninguno de ellos de
periodistas. Si usted no tiene a alguien situado en el terreno que le cuente lo
que pasa, lo notará como usuario porque de pronto la gente empezará a
desaparecer. Ese columnista, ese periodista que hacía unos maravillosos
reportajes, tal crítico, tal fotógrafo, el locutor que tanto le amenizaba los
desayunos… ya no están. Nadie les ha dicho que ha pasado con ellos.
Sencillamente se han esfumado. Nacht und
Nebel a los periodistas. No están, nunca han existido, no se habla de
ellos. El problema no existe. El Noche y Niebla (parece el nombre de un cóctel,
ahora que lo pienso) ya empieza a ser previo. La mancheta (recuadro de los
periódicos donde figura el staff) del diario donde colaboraba hasta hace dos
semanas está menguadita. Sólo aparecen el director, el director adjunto y
algunos cargos del grupo. Frente a lo que suele ser habitual, del rey abajo
ninguno, es decir, no figuran redactores jefes ni jefes de sección. Les quitan
visibilidad previa para que los lectores se acostumbren a no verlos y poder
hacer con ellos los que les venga en gana. Ya ni existen “antes” de la
aplicación del Nacht und Nebel. Los
periódicos ya no los hacen gente, sino consignas y silencios.
Pero ay, este decreto no se puede aplicar con la
contundencia de los nazis. Podrán eliminar en silencio a los periodistas de sus
ordenadores, pero no están muertos. Dejar a tantos profesionales en la calle,
en la madurez personal y laboral, es liberar una fuerza que a lo mejor estaba
demasiada constreñida en unos medios que hace tiempo perdieron el mordiente.
Quién sabe lo que puede pasar, pero como dijo el clásico, los muertos que vos
matáis gozan de buena salud. Con ellos, todas las víctimas de esta orgía
neocapitalista. Cuando empieza a haber más gente fuera de los muros que dentro,
algo empieza a moverse. La noche y niebla silencia a los represaliados, pero
también hace que los que la ejecutan no vean bien el panorama. Tal vez ellos
acaben perdiéndose en su propia oscuridad.
Pues, la fuerza liberada de la que usted habla, siempre busca la materia para hacerse carne, y puede que ya algo haya empezado a moverse: esta mañana oía en la Cadena Ser que un nuevo periódico se va a fundar en Cádiz, con los propios periodistas como socios propietarios. Pillé la noticia ya empezada, pero creo que va a ser en papel.
ResponderEliminarPor otra parte, este verano ví el documental Noche y Niebla de Alain Resnais; descarnado y de verdad.
Eso mismo le iba yo a comentar a Usted, lo del nuevo periódico (para la primavera).
ResponderEliminarAudite, directores del nuevo periódico: crítico de cine contratado, yo que voy y compro el nuevo periódico. Así de fácil.